El acceso al agua es uno de los derechos permanentemente vulnerados y en nuestros barrios se convierte en exigencia la demanda de políticas públicas que garanticen la llegada del suministro a todas las familias.
Nos vemos atravesados no solo por lo eventual de la cuestión, queremos problematizar lo estructural que fue socavando en nuestras formas de construir lo cotidiano. Porque prescindimos del acceso y naturalizamos que las vías institucionales den soluciones parciales y no respuestas. Algo que se sostuvo en el tiempo.
Hoy, después de un ASPO y de encontrar garantías desde espacios enteramente comunitarios, nos sentimos en la obligación de exponer lo que en los sectores más relegados implicó la vulneración de muchos de nuestros derechos.
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