La santiagueña oriunda de La Esperanza, Elva Raquel Gómez, del departamento Figueroa, es quichuahablante y alfabetizada en quichua santiagueño, y a sus 62 años fue la primera mujer en el país en traducir “El Principito” al quichua santiagueño.
Contó en diálogo con Nuevo Diario que “nunca se hubiera imaginado que podría llegar a esto” y que, a pesar de ser una sorpresa, lo hizo con mucha alegría y orgullo.
La pandemia la privó de la posibilidad de presentar el libro, pero nunca logró detener su difusión y sobre la iniciativa contó: “Es un encargo, lo traduje por pedido de una editorial de Córdoba que buscaba una persona que le hiciera este trabajo hace dos años. Estaba por ser presentado en el mes de marzo y por la pandemia tuvo que ser frenado”.
“Mi orgullo es saber que llevo la cultura de nuestra provincia hacia el resto del país, que no lo conoce. Nuestro quichua santiagueño sigue resistiendo”, aseguró Gómez y contó que también la hace sentir muy orgullosa que “los quichuahablantes naturales como yo lo puedan leer, con esta escritura ellos lo podrán entender”. Elva recordó que hubo quichuahablantes que a veces se sentían avergonzados de serlo y rescató que no hay nada de qué avergonzarse, ya que el quichua está presente en el vocabulario de la vida de todos: “Hay muchísimas palabras que decimos y no sabemos que están incorporadas por la RAE, solo que nunca han aclarado que son préstamos del quichua al castellano. Por ejemplo chaucha, choclo, cóndor, vincha, cancha y otras son palabras en quichua que nosotros hablamos sin saber”.
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